Podríamos decir que la fotografía de paisaje con teleobjetivo es un estilo o disciplina dentro del amplio mundo de la fotografía de paisaje. Como característica más representativa de este estilo cabe decir que, a diferencia de las escenas captadas con un gran angular, el teleobjetivo nos permite obtener escenas más sencillas, centrando toda la atención en un sujeto (casi como si de un retrato se tratase), o bien en una parte muy reducida del panorama que tenemos ante nosotros.
Quizás sea por esta característica de imágenes sencillas y un tanto “minimalistas” que me gusta fotografiar paisajes con teleobjetivo. Siempre me resultaron atractivas las imágenes simples, haciendo bueno el mantra de “menos es más”. Creo que esa sencillez es un aspecto común en muchas de mis fotografías de paisaje.
* Imagen de portada: el faro del Cape Egmont con el Mount Taranaki al fondo, en la isla norte de Nueva Zelanda.
En mi caso, utilizo un teleobjetivo muy discreto, pero con cuyos resultados estoy muy satisfecho teniendo en cuenta su moderado precio: el Tamron AF 70-300mm. Además, sus reducidas dimensiones y su ligereza, hacen que sea una opción muy válida para utilizar en la montaña. Y es que cuando vamos a caminar hasta un punto de observación durante 5-10 kilómetros y más de 800 metros de desnivel positivo por terreno montañoso, el peso del equipo es un factor a tener muy en cuenta. Por otra parte, su amplio rango focal me permite abordar situaciones variadas, desde escenas un poco más abiertas hasta “primeros planos”.
¿Cómo y cuándo empecé a hacer fotografías de paisaje con teleobjetivo? No lo tengo muy claro, pero el caso es que este tipo de imágenes se han ido incorporando a mi portfolio y, a día de hoy, forman una parte importante del mismo.
En realidad, todo tiene una explicación lógica. Me inicié en el mundo de la fotografía a través de la fotografía de paisaje. Desde el comienzo, me vi fuertemente atraído por los “horizontes lejanos”. La silueta de la isla de Ibiza flotando sobre la delgada línea que separa el cielo del Mar Mediterráneo, a más de 100 kilómetros de distancia de las cumbres de Alicante, me cautivó desde la primera vez que la vi, allá en lo alto de mi querida Bèrnia. Esa atracción por las siluetas distantes fue a más y, más adelante y gracias a la experiencia del mallorquín Marcos Molina, llegué a retratar la lejana Serra de Tramuntana de Mallorca, a casi 300 kilómetros de distancia de las montañas de la Costa Blanca.
Pero además de la fotografía “documental” con teleobjetivo, me atraen mucho también las posibilidades estéticas de las focales largas. Además hay que subrayar la propiedad de “comprimir planos” (aunque solo sea en apariencia) que porta el uso de este tipo de lentes en la fotografía de paisaje. Así pues, otro ejemplo de aplicación del teleobjetivo podrían ser las fotografías que incluyen a cuerpos celestes en la escena (la Luna y el Sol, principalmente), una modalidad de la cual he aprendido mucho también de Marcos Molina. En este caso es igualmente fundamental el uso de un teleobjetivo para lograr que el cuerpo celeste rellene una parte considerable dentro del encuadre.
Esto me lleva a comentar un aspecto importante en la fotografía de paisaje con teleobjetivo: la estabilización del equipo. Y es que cuando usamos focales largas, cualquier trepidación, por pequeña que sea, puede resultar en imágenes con falta de nitidez. Es fundamental la utilización del trípode o bien usar otros sistemas de fijación: bolsas de semillas sobre una roca o elemento artificial como un vértice geodésico, plastilina o similar.
En definitiva, el teleobjetivo me permite dar protagonismo total en las imágenes a mi “obscuro objeto de deseo”: las montañas. Deseando estoy de volver a salir para (intentar) captar toda su belleza y los sentimientos que me transmiten.
Gracias por leer este artículo, confío en que te haya gustado!
Desde luego que me ha encantado el artículo! has fotografiado Mallorca alguna vez?
Gracias, Colette 🙂 Sí, en varias ocasiones, especialmente durante el tiempo que estuve viviendo allí. Un saludo