Hace unos días pude disfrutar de una sesión fotográfica con los pequeños Hugo y Unai. Elo, su tía, me había encargado esta sesión para inmortalizar un recuerdo de los dos pequeños, que a la vez quería regalar a sus padres y otros miembros de la familia.
Fotografiar niños siempre es un reto, sobre todo si son tan inquietos como Unai, jeje. Hugo, en cambio, al no poder moverse de su cestito, fue mucho más fácil de inmortalizar. Además siempre estaba dispuesto a ofrecer la mejor de sus sonrisas.
Al final, una tarde francamente agradable en compañía de estos dos pequeños y su familia, y todos contentos con los resultados obtenidos…
🙂
Tienen mérito el asunto porque los peques no se están quietos nunca 😉